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Breves apuntes biométricos en torno al Perro de Agua Español

En opinión comúnmente compartida por la mayoría de quienes nos dedicamos a las razas españolas que nuestro Perro de Agua Español es, junto con el Galgo Español y los Mastines Español y del Pirineo, una de las joyas de la corona canina autóctona.

El patrimonio genético canino español es un tesoro de un increíble valor, tan apegado a la cultura popular, pastoril y cinegética de las diferentes regiones de estas tierras, digno de ser mantenido y potenciado, aunque solamente fuera por la idea autocomplaciente de que es nuestro, y es aquí donde tenemos la gran responsabilidad los criadores, clubes y sociedades caninas.

Como ya hemos dicho al principio, el Perro de Agua Español es un modelo dentro de las razas españolas, eso gracias a la labor de los que hacemos la raza día a día, en las perreras, en las parideras, en el campo y en las exposiciones. La nuestra es una raza perfectamente homogénea, con las lógicas diferencias entre los diversos criadores, cada cual hace su línea dando importancia a este o aquel carácter, pero la raza es una, perfectamente identificable por el neófito y el público canino en general.

Curiosamente, esta es una gran virtud del colectivo de criadores de la raza, ya que todos sabemos lo que queremos criar, y de hecho lo criamos, aun a pesar de que el del Perro de Agua Español no es el mejor estándar que uno se pueda imaginar; en nuestra opinión es un patrón racial con una notable carencia de concreción en ciertos aspectos, tales como angulaciones y proporciones.

Personalmente, opinamos que un prototipo racial moderno debe proporcionar una serie de datos más o menos concretos que nos sirvan de referencia para valorar la corrección de cada ejemplar respecto del ideal de su raza, ya que aunque, como hemos dicho anteriormente, los criadores lo tenemos bastante claro, está bien contar con esa referencia.

Construcción y estructura. Los conceptos

Antes de entrar de lleno en el tema, hemos de fijar una serie de conceptos claves para que en todo momento se sepa claramente de qué es lo que estamos hablando. Siempre que al referirnos a la anatomía de un ser vivo, y en concreto de un perro, hablamos de estructura y construcción, aparentemente ambos términos vendrían a representar una misma idea, cosa que no es del todo real.

Así, llamaremos estructura al orden con que los diferentes huesos de la anatomía locomotriz del animal se unen entre sí, esto es, los ángulos que forman. Asimismo, designaremos como construcción a la forma en que esos mismos huesos están colocados al unirse entre sí. Del resultado de todo ello surgirá la apariencia física de nuestro ejemplar de Perro de Agua Español. Por decirlo de una manera un tanto vulgar, la estructura del perro es lo que vemos al mirarlo de perfil, mientras que la construcción es lo que apreciamos al mirarlo de frente, por detrás y desde arriba.

Proporciones, angulaciones y movimiento

Antes de nada debemos recordar que ante todo y sobre todo el Perro de Agua Español es un atleta; su formación física, su musculatura y su aparato locomotor son los de un deportista, al que, además, dicho sea de paso, le acompaña una inteligencia muy por encima de la media canina.

Todos sabemos que el Perro de Agua Español es un animal de proporciones sublongilíneas, ejes convexos y de gran perímetro torácico. Tales términos se han utilizado en varias ocasiones dedicados a la raza, sin ir más lejos, en el anuario de la desaparecida revista “Guau” del año 1989, firmado por A. Carvajal, A. García, M. J. Martínez y F. Risco, así como en el último especial que el MUNDO DEL PERRO dedicó a la raza en 1996, firmado por C.J. Barba Capote. Especial interés nos parece que tienen las precisiones que respecto al estándar realizó la junta directiva de la asociación y que aparecen publicadas en el prólogo al catálogo de la monográfica de 1999, mediante las cuales se pretende orientar al colectivo de jueces no especialistas, y esto sí que nos parece de gran importancia, se profundiza en la idea de cómo deben ser las proporciones sublongilíneas de los ejemplares la raza, así como su desarrollo torácico, relacionando ambos valores con la alzada.

Dentro de este apartado de proporciones, nosotros proponemos una serie de valores extraídos de la medición de diferentes ejemplares; tales valores no pretenden ser un catecismo único que se debe seguir, sin la expresión de nuestro trabajo, el cual exponemos ante los aficionados y criadores de la raza. Estas mediciones se expresan en valores porcentuales, los cuales se extraen de relacionar las diferentes regiones anatómicas con la alzada a la cruz en el caso del tren delantero y a la grupa en el del trasero, siendo los valores medios resultantes para el tren delantero: escápula, 40 por ciento; húmero, 20 por ciento. Para el tren trasero: cadera, 33 por ciento, fémur, 38 por ciento; tibia, 35 por ciento; tarso, 28 por ciento.

Como se puede observar, no hemos referido la proporción que respecto de la alzada debe tener el antebrazo, ya que tal dato es uno de los que se pueden encontrar en el estándar oficial, siendo éste de un 50 por ciento de la altura a la cruz de cada ejemplar.

Anteriormente hemos señalado el hecho de que el Agua Español es un animal sublongilíneo, esto significa que su diámetro longitudinal es mayor que su alzada a la cruz, tal hecho nos define un tipo de animal inscrito en el rectángulo, pero sin llegar a ser abiertamente alargado, de modo que cabe preguntarse cuál sería esa longitud ideal. En el ya citado preámbulo al catálogo de la monográfica se considera de unos 5 centímetros más que la alzada del animal a la cruz, pero a nosotros se nos antoja un tanto corta esa cifra, si tenemos en cuenta nuestras mediciones particulares y al observación de la población de ejemplares que acuden asiduamente a las exposiciones caninas. Así, en consecuencia opinamos que esta medida debería estar entre los 8 y 10 centímetros más que la alzada del animal.

Hemos mencionado el desarrollo torácico que deben poseer los ejemplares de esta raza, el cual, al igual que para la longitud en el citado escrito, se considera que debe superar los 10 centímetros la alzada del ejemplar, cifra que también se nos queda un tanto escasa, ya que opinamos que lo ideal sería entre 18 y 20 centímetros más que la talla de cada animal. Esto define un tipo de costillares redondeados que permiten que el atleta que es el Perro de Agua Español posea una gran capacidad respiratoria, cosa que no tiene nada que ver con esos costillares excesivamente redondos que fuerzan al animal a sacar los codos para poderse mover, abriendo asimismo los ejes del tren trasero, cualidades que producen un movimiento defectuoso.

Tanto el perímetro torácico como la longitud del cuerpo del Perro de Agua Español nos definen el ya mencionado tipo de perro fuerte, macizo, atlético, y musculoso, y nada de ello es baladí, ya que esta raza está hecha así porque es así como tiene que estar hecha, porque, como dijimos hace unos años en esta misma revista, para la otra raza de nuestros amores, el Mastín del Pirineo, tienen esa arquitectura física porque su funcionalidad les requiere que sea así. En el caso de los “Aguas”, de todo el mundo es sabido su gran capacidad para adaptarse a diferentes trabajos, cosa que requiere un morfotipo igualmente adaptable.

Anteriormente hemos aburrido al lector con una disquisición un tanto compleja acerca de lo que se debe entender por estructura y construcción, donde decíamos que la estructura es un orden entre hueso dando lugar a angulaciones, las cuales a nuestro entender y basándonos en las mismas mediciones que para las proporciones proponemos como valores medios para la raza, en el caso del tren delantero, escapulohumeral, 110 grados, y humerorradial, 140 grados; para el tren trasero, coxofemoral, 110 grados; femorotibial, 115 grados, y tibiotarsial, 152 grados. Así mismo, si trazamos una línea horizontal respecto de la cadera obtendremos el ángulo de inclinación de la misma, que para el Perro de Agua sería de unos 40 grados.

Todas estas angulaciones se expresarían en la silueta del animal del modo que se expresa en el dibujo.

Junto a estos valores deberemos considerar, finalmente, los referentes a la construcción del Perro de Agua Español, la cual, tal y como decíamos en los párrafos precedentes, es la forma en que se colocan los huesos; esto es, para los ejemplares de esta raza la posición de las escápulas, muy oblicuas entre sí, dejando espacio al ya mencionado costillar, muy desarrollado, característico de esto perro de agua; los húmeros, rectos y bien pegados al tórax, de tal modo que ni metan los codos ni los saquen en movimiento, y los antebrazos, fuertes y rectos, así como los dedos apretados y arqueados, sin desviaciones, lo que denotaría una mala formación.

Igualmente, en el tren posterior jamás deberán existir ejes abiertos con corvejones vacunos o tibias desviadas, tampoco caderas excesivamente cortas o largas, ni fémures oblicuos o mal insertados en la cadera.

Todos estos defectos darían al traste con las capacidades motoras de esta extraordinaria raza.

Nosotros no es que seamos o dejemos de ser fanáticos del trabajo, pero entendemos que el tipo de las razas se fijó en virtud de una serie de habilidades propias, y unas necesidades y exigencias concretas por parte de su propietario; esto, en definitiva, no es otra cosa que funcionalidad del ejemplar en concreto y de la raza en genérico. Pensamos que el criterio de selección de una raza canina debe hacerse de acuerdo con las diferentes capacidades naturales de la misma, aunque nuestros perros jamás tengan la necesidad de trabajar ejerciendo como tales, porque entre otras cosas ellos mismos se encargarán de decirnos qué es lo que quieren hacer. Sinceramente, creemos que el Perro de Agua Español es una raza totalmente incapaz de carecer de motivación alguna, es más fácil encontrar propietarios desmotivados que “Aguas” desmotivados-

Finalmente, si tenemos un ejemplar de esta raza, bien proporcionado, angulado, construido y sobradamente musculado y motivado, tendremos una auténtica máquina de movimiento, ya dice el estándar racial la enorme variedad de quiebros, brincos y carreras que es capaz de desarrollar cualquiera de estos animales.

Como ya hemos indicado, el movimiento no es otra cosa que una sencilla relación de fuerzas entre palancas, ángulos y empujes, no es más que física básica y en consecuencia debemos acercarnos a ello.

En todo movimiento se desarrolla una energía, para el caso de los animales cuadrúpedos, ésta la imprime el tren trasero y, como es lógico, no debe eliminar sino reabsorber (nada en esta vida se debe desechar). Como el encargado de recuperar tal energía es el tren delantero, la unión de la escápula con el tórax no es ósea sino muscular, ya que de no ser así la energía recuperada podría romper esa articulación, así la musculatura dorsal del animal hace las veces de un elástico parachoques. Este curioso mecanismo, aplicado a los perros, da lugar a cuatro diferentes formas de reabsorción de la energía según sea la fisonomía funcional de cada raza, que pueden ser clasificados como trotadores, galopadores, velocistas y perros fuerza, tal como indicamos en el ya citado artículo del Mastín del Pirineo; el Perro de Agua Español, pertenece al trotador. De acuerdo con esto, el tren trasero de la raza que tratamos en esta ocasión, con sus angulaciones moderadas, sus huesos moderadamente largos y su gran masa muscular, posee un tercio posterior que se podría calificar como de “muelles” naturales, capaces de imprimir a su cuerpo, ya sea para trotar, galopar, saltar, una increíble “energía explosiva” la que tiene que reabsorber las angulaciones delanteras del Agua Español, motivo por el que, como es lógico, su musculación delantera es, al igual que la trasera, realmente desarrollada, con huesos fuertes, de longitud y angulaciones también moderadas.

Antes de entrar de lleno en el movimiento ideal de la raza no debemos olvidarnos de un dato importante, que no es otro que la longitud del cuello, el cual tiene una misión primordial, llevar equilibrado al perro. El cuello no debe ser largo, pero mucho menos corto; ni de cisne ni como si tuviera la cabeza metida en el cuerpo con rosca. Los perros con exceso de cuello caminan vencidos hacia delante, mientras que los que carecen de él son torpes en sus movimientos. En definitiva, la longitud ideal del cuello del Perro de Agua, y para no aburrir más con proporciones, es la que permite al animal moverse y bajar la cabeza sin necesidad de agachar el tren delantero, manteniendo la línea dorsal siempre horizontal.

Dicho todo esto, el Perro de Agua Español debe tener un movimiento enérgico y vigoroso, con su masa corporal perfectamente aplomada sobre el suelo, capaz de saber ser tremendamente elegante sobre las pistas de las exposiciones caninas, tras haber estado currando como el que más el resto de la semana, careando, cazando, nadando, entrenando para agility o sencillamente realizando cabriolas para alegrarle la vida a su familia humana. Si observamos al perro trotando, comprobaremos cómo todos los datos que hemos venido aportando hasta ahora cobran su sentido y podremos disfrutar de la silueta del Perro de Agua Español con sus poderosas articulaciones impulsándolo, generando esa “energía explosiva” y recuperándola, con un cuerpo ancho de tórax desarrollado que le permite una gran capacidad respiratoria y que le asienta perfectamente sobre el suelo, así como sus proporciones sublongilíneas que le facilitan su reconocida capacidad de adaptación y sus múltiples habilidades, evitando que se produzcan “cangrejeos”o que los ejes se abran, que las patas se lancen al aire sin control o que los codos realicen extraños aleteos. Mención especial requieren sus manos y pies, anchos y fuertes, de gran dureza, sin los cuales por descontado no realizaría sus habilidades, tanto en tierra como en agua. Debe poseer, por tanto, un movimiento de pasos largos, cubriendo una gran cantidad de terreno, manteniendo siempre un ritmo muy acompasado, conservando su silueta atlética en todo momento, alargando sus extremidades con una elasticidad casi felina, algo que se distancia mucho de un caminar torpe o de los nerviosos pasitos cortos y rápidos.

Es, en definitiva, un verdadero placer el poder disfrutar de la rústica belleza de una de las mejores de nuestras razas autóctonas moviéndose sobre cualquier piso y demostrando el tesoro con el que todos contamos.

JUAN CARLOS BARRUESO FRANCO
MARÍA JESÚS SALGADO VILLAR
(Los Banzos)

Extracto de la revista “EL MUNDO DEL PERRO”, número 251. Páginas 78, 80, 82 y 84.