Si tu perro no gana todo lo que a tu parecer debería, tienes dos posibilidades: la primera es analizar el por qué y tratar de mejorar o, si eso crees que es demasiado difícil y trabajoso, puedes pasar a la segunda opción que consiste en buscar mil y un excusas del por qué de la derrotas. Caso de escoger esta segunda posibilidad, a continuación te damos una serie de ideas explicadas paso a paso para poder llegar a ser un mal perdedor.
- La primera regla para recordar es la de no felicitar NUNCA al ganador de la clase. Si alguna vez sientes que debes hacerlo, por supuesto, no esbozar ni una leve sonrisa. Lo mejor que puedes hacer es salir rápidamente del ring, con cara de “mecagüen…”, antes de que nadie, incluidos los comisarios de ring, te den cartulina alguna haciéndote saber que plaza has ocupado.
- Como vencedor solo hay uno y perdedores muchos, vas a encontrarte en buena compañía desde el mismo momento que abandones el ring, Los otros perdedores van a ser un perfecto auditorio y podrás convencerles (y convencerte) de que el juez es, probablemente un buen amigo del ganador. En dos palabras: pura corrupción. De hecho, el vocablo corrupción es de los más utilizados por aquella gente que busca excusas.
- Si el perro que gana al tuyo una y otra vez es siempre el mismo, habrá que buscar excusas nuevas. Tienes que decirte y decir al resto de perdedores, que si gana, lo hace por que es un perro muy conocido. Es fundamental no darse cuenta o ignorar que si es famoso lo es, no por su calidad, sino por otras “oscuras” razones.
- Otra buena excusa para justificar las pérdidas constantes, es hacer saber al resto del mundo (cinéfilo, claro está) que para ti son mucho mas importantes la salud y el temperamento del perro que su belleza exterior y eso es precisamente lo que prima en tu criadero. En otras palabras, que prefieres ser un criador serio que simplemente un vencedor. La palabra “serio” es también otro buen vocablo. Da credibilidad.
- Cuantos más perros de tus contrincantes ganen, más razones tienes para sospechar. Dile a la gente que el perro del ganador a estado a punto de morir, que está drogado o que tiene algún implante dental para disimular una tara o que lleva una prótesis testicular. Elige una de las sospechas. Todas no por favor.
- Si tienes la percepción de que los anteriores argumentos no son suficientes, puedes rebuscar en otros defectos más escondidos tales como que el ganador tiene en su genética un grave problema heredado de su abuelo paterno y que, si bien no lo manifiesta, lo transmite a la descendencia. Entre los problemas heredados pueden escogerse entre la displasia de cadera, la atrofia progresiva de retina, la luxación de la rótula, la epilepsia o, una que viste mucho, la enfermedad de leg-perches. Una vez que el rumor empieza a expandirse, el mal ya está hecho.
- También puede optarse, a la hora de buscar excusas, por temas más terrenales. Uno de los más utilizados es que el propietario del perro ganador hizo, en la fase de movimiento de los juicios, que su perro andará demasiado cerca del tuyo con lo que estorbaba la normal marcha de éste ya que le distraía. Esto te hará ganar simpatía en los no ganadores.
- Otra de las buenas excusas es aquella que consiste en hacer ver que debajo de un fantástico manto y detrás de la gran imagen que el perro ganador da en el ring, el trabajo del peluquero y del handler, han disimulado todos los defectos que el perro tiene.
- Pero si todo falla, aun te queda un as en la manga: la vida privada de los ganadores. A poco que pienses, seguro que encuentras una buena historia que explicar. Un divorcio, una aventura amorosa (con alguien relacionado con la raza, claro está) o algún problema financiero. Si no puedes encontrar nada de nada, siempre se puede recurrir a los malos hábitos en el comer y, sobre todo, en el beber de los ganadores. A ello se le añade un poco más de sal y pimienta y, a buen seguro, que la audiencia se lo cree todo.
- Pero cuando ganes una clase, piensa siempre en tu estilo cuando pierdes. Dile a todos que, por fin, has encontrado un juez justo que juzgó al perro y no a quién lo representa.
ASTRID GIERCKKY “the escandinavian poodle magazine”