A lo largo de los múltiples artículos que se han publicado se hace referencia a las fantásticas aptitudes de esta raza para el trabajo, entre muchas otras cosas destaca como perro de buceo. Para que estas aptitudes no se pierdan, debido fundamentalmente al tipo de vida moderno, los criadores intentamos seguir motivando a nuestros perros a través del juego.
No hay que ser experto en adiestramiento, ni leer manuales específicos sobre cualquier disciplina canina de trabajo, basta con tener interés en que nuestro perro juegue con nosotros desde el primer día que lo adquirimos.
Con que la primera semana corra detrás de una pelota de tenis es suficiente para continuar con el siguiente paso, que es intentar que la coja y esperar a que nos la traiga y ofrezca para que la lancemos otra vez. Conseguido este objetivo empezaremos por esconder, en su presencia, la pelota en cualquier lugar no apreciable a simple vista y donde tenga que utilizar su mejor sentido: el olfato. La encontrará fácilmente, incluso escondiéndosela cada vez más lejos y con mayor dificultad sin que vea dónde.
Cuando el perro tenga mucha fijación a la pelota lo llevaremos a un lugar donde haya agua limpia no profunda (río, lago, entrante del mar, etc.) con fácil entrada y salid para el perro. Tiraremos la pelota previamente fuera del agua para que la recoja y nos la traiga varias veces. Cuando lo encontremos muy motivado, lanzaremos la pelota a un metro de la orilla, el perro sin darse cuenta entrará en el agua y sacará la pelota. Repetiremos este ejercicio varias veces hasta que consigamos que recoja la pelota desde unos 10 o 15 metros.
Deberíamos ir con nuestro perro al agua al menos una vez por semana durante los seis meses más calurosos del año, siempre que el agua esté limpia y no contaminada. En el sur de España la temperatura es más alta y se puede ir casi todo el año.
Con este método hemos conseguido que nuestro perro “cobre” fuera y dentro del agua. Si nuestro ejemplar es mayor de seis meses y hemos conseguido los objetivos anteriores, intentaremos que comience a bucear. Las pelotas de goma macizas de colores claros son ideales para este trabajo ya que se ven bien bajo el agua, esto ayuda a que el perro, al verlas desde fuera, empiece a meter la cabeza en el agua para intentar recuperarla. Comenzaremos con lugares de poca profundidad, la lanzaremos calculando que el perro la vea desde fuera y que una vez metida la cabeza la pelota se le quede a unos 20 centímetros de profundidad. Tal vez en la primera lanzada no la siga, pero hemos visto perros que iban siguiendo la trayectoria de su pelota y metiendo la cabeza en el agua, abriendo la boca dentro y sacando su juguete. Podemos amarrar la pelota con una redecilla y una cuerda para su fácil recuperación. Cuando la haya cogido en esta primera profundidad, más o menos, la lanzaremos algo más adentro, y así sucesivamente; a la vez también se puede ir cambiando de objeto. Paulatinamente aguantará más la respiración hasta que poco a poco se convierta en un buceador capaz de sacar del agua objetos pesados, de hasta 6 o 7 kilos, y a una profundidad superior a su altura sin muchos problemas.
Se puede decir que un Perro de Agua es un buen buceador cuando nadando, sin hacer pie, se sumerge, baja y saca del fondo un objeto. A esto se llega mediante el juego, y tanto el dueño como el perro disfrutan de ello. No debemos olvidar que en los barcos eran capaces de tirarse y arrastrar embarcaciones. Lo que nos lleva a asegurar que saben aguantar en el agua no sólo nadando sino con peso, y que estos ejercicios que hemos contado son accesibles a la mayoría, o deberían.
Antonio García Pérez (Ubrique)
Extracto de la revista El Mundo del Perro, Número 251, páginas 96 y 98.